Bendecir el agua
https://docs.google.com/file/d/0ByY1ndAfoS5vRjFlQzVyNkFWYWc/edit?pli=1 Ritual
Romano de Exorcismos Nuevo - Vaticano II -Español
41 Dios, que para la salvación del género humano, hiciste brotar de las
aguas el sacramento de la nueva vida, escucha, con bondad, nuestra oración e
infunde el poder de tu bendición X sobre esta agua, para que sirviendo a tus
misterios, asuma el efecto de la divina gracia que espante los demonios y
expulse las dolencias y así, al ser rociados, tus fieles sean liberados de todo
daño; que en el sitio que será aspergido con esta agua, no resida el espíritu
del mal y se alejen todas las insidias del oculto enemigo; haz que tus fieles,
manteniéndose firmes por la invocación de tu santo nombre sean libres de todas
las asechanzas. Te lo pedimos, por Cristo, nuestro Señor. Todos responden: Amén.
42. O bien: Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida del alma y del
cuerpo, bendice X esta agua, que vamos a usar con fe para implorar el perdón de
nuestros pecados y alcanzar la ayuda de tu gracia contra toda enfermedad y
asechanza del enemigo. Concédenos, Señor, por tu misericordia, que las aguas
vivas siempre broten salvadoras, para que podamos acercarnos a ti con el
corazón limpio y evitemos todo peligro de alma y cuerpo. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Todos responden: Amén.
43 Si se hace la mezcla de la sal, en la bendición del
agua,
se bendice diciendo: Te suplicamos, Dios todopoderoso,
que bendigas ? en tu bondad esta sal creada por ti. Tú mandaste al profeta
Eliseo arrojarla en el agua estéril para hacerla fecunda. Concédenos, Señor,
que al recibir la aspersión de esta agua mezclada con sal nos veamos libres de
los ataques del enemigo, y la presencia del Espíritu Santo nos proteja siempre.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Todos responden:
Al ofrecer el pan, el sacerdote dice:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto de la tierra y
del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos:
él será para nosotros pan de vida.
Si el sacerdote lo ha dicho en voz alta, el pueblo aclamará:
- Bendito seas, por siempre, Señor.
El diácono o el sacerdote dice en voz baja mientras pone vino y un poco de
agua en el cáliz:
El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina
de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Al ofrecer el vino, el sacerdote dice:
Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y
del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos:
él será para nosotros bebida de salvación.
Si el sacerdote lo ha dicho en voz alta, el pueblo aclamará:
- Bendito seas, por siempre, Señor.
El sacerdote, inclinado, dice en secreto:
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que
éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor,
Dios nuestro.
Mientras el sacerdote se lava las manos, dice en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
El
celebrante se va al centro del altar y, de cara al pueblo, dice:
Orad,
hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre
todopoderoso.
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El pueblo responde:
- El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de
su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia